Rivera, viernes 19 de abril de 2024

No cabe tanto corazón…

(Por Michel Croz) El pasado martes 4 de octubre, en el Teatro Municipal de Rivera, fuimos protagonistas de un acontecimiento inédito: “Escenario para la libertad”. Reclusos no recluidos, liberados por algunas horas, se transformaron en actores, músicos, artistas. En un entorno de mucha seguridad, como era de esperar, con un despliegue policial que metía miedo, se concretó un sueño de paz acariciado desde que concurrí al seminario de Educación en Cárceles en la Intendencia de Montevideo y nos deparamos (si deparamos) con un sólido y sensible elenco de Punta de Rieles y su obra teatral “El día después” escrito por uno de los reclusos y que cuenta las aventuras y sobretodo, desventuras de un liberado en su primer día de “calle”, de transitar el afuera, con sus contradicciones, durezas, controversias, resentimientos, preconceptos y prejuicios contra las personas que estuvieron privadas de libertad y se encontraban con un mundo “libre”, “salvajemente civilizado”.

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“Meter a alguien en prisión, encerrarlo, privarle de comida, de calefacción, impedirle salir, hacer el amor… etcétera, ahí está la manifestación del poder más delirante que se pueda imaginar.” Michel Foucault
La cita de Foucault tiene su anclaje en un estudio “arqueológico”, sobre la construcción del aparato social de disciplinamiento y normatización en la Francia del Siglo XIX. Claro que somos espejo de Europa, en relación a conceptos, prácticas que se instalan en este margen del continente americano. Pero lo concreto es que la idea de la cárcel sigue siendo la misma en su generalización: “lugar o depósito de la basura individual y social”, de una sociedad que se desliga de lo que produce, digiere y expele. Niega sus bordes, sus márgenes y se autoproclama sana y limpia de todo mal: “bela recatada e do lar” se pedirá sean las mujeres. Para los hombres el paradigma pasará por ser: blanco, cristiano, negociante, probo, de buena familia, caritativo, sin vicios y ágil participante de algunas de las fuerzas vivas de la localidad.
Aunque por la cárcel han pasado hasta jueces (tuve a uno como alumno), siempre el transgresor será visto como el execrable producto de los barrios marginales de la ciudad.

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Lo vivido fue a puro corazón. Ensanchado. Sentir en el aire. En el viento de la frontera. Las pandorgas desplegadas como alas, como abrazos, como manos. Las manos de los personajes que tecleaban en la opresora y saturada (por la blanca luz) de la oficina del décimo piso en la “La isla desierta”, obra escrita por el argentino Roberto Arlt, un clásico, denunciando en el inicio de Siglo XX, los dispositivos de normatización, la rutina despegada de humanidad, el encierro (una de las formas de la cárcel) en un cubículo donde no pasa nunca nada, a no ser los pitos de los barcos entrando o despidiéndose del puerto.
Fue algo más de un mes de ensayo. Los operadores penitenciarios se pusieron la camiseta y tiraron juntos. Puedo cometer la injusticia de la omisión. Entonces, prefiero no dar nombres. Decir, eso sí, que hubo cohesión, arduo trabajo, apoyo, desde los operadores, autoridades, Centro MEC, INR, policía, docentes, y los protagonistas, trabucados durante los ensayos en verdaderos artistas. Con la convicción de los artistas, de los creadores, para pasar la verdad de su palabra, de su verbo entramado en la carne, y en la carne de los personajes.
El monólogo de Nacho genero la necesaria inquietud por la intensidad de la propuesta escénica. Breve y conmovedor.
La entrega de los certificados de conclusión de cursos sumo a la alegría que se vivía en la sala, entre todos, familiares, público.
Un rato antes Boneca de Trapo (Verónica Loss) y Bufón Fronterizo (Ilda dos Reis) daban las bienvenidas a la gente que llegaba al teatro. Desde el portuñol y desde la alegría desaforada, ellas se fueron “metiendo” con quien se cruzara, aflojando cualquier atisbo de preocupación o gravedad en el humano rostro.
Por fin, el final fue apoteótico, el grupo de música de Cerro Carancho, que se integró con PPLs, un médico, un pastor y agentes penitenciarios, desplegó toda su arte, conmovió hasta los cimientos al corazón de los que allí estábamos latiendo.
Una nota especial la dio uno de los reclusos llamando a sus dos hijos para el escenario y cantándoles a ellos y a nosotros. Inevitable las lágrimas en la escena, inevitable las lágrimas en el auditorio…
Tres temas fueron coreados y seguidos con palmas: “Sobreviviendo” de Víctor Heredia, “La Ariscona” de Los Olimareños (con percusión de lujo de varias profesoras de música, algunas trabajando en la unidad) terminando con “A Don José” del maestro Ruben Lena. Y a esa altura, gigante, ¡el corazón enarbolado!
Después del final del evento artístico, la sensibilidad de permitir la charla amena, emocionada entre los PPL y sus familiares.

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Al corazón, corazón, pulsación. Para poder concretar, accionar, praxis, percusión y pre tender luego, eso, re-percusión. Al corazón habrá que nombrarlo, entonces me animo: van algunos corazones que percutieron fuerte con nosotros:
– Enrique da Rosa y Julio Piastre, Centros MEC.
– Aurora Porciúncula y Laura Raymundo, Autoridades de la Unidad 12 Cerro Carancho.
– Departamento de Educación Cerro Carancho (Operadores: Elis, Centena, Inés)
– Autoridades del INR. Autoridades policiales de Rivera. Autoridades de Livramento y Montevideo (delegada del Comisionado parlamentario de Cárceles, coordinadora del PAS-MEC).
Y por supuesto al grupo de teatro “Mascaradas”, quienes junto al grupo musical de Cerro Carancho fueron reconocidos por su nivel y sensibilidad. Las piezas se mueven, otros eventos vendrán. El corazón trama entre sístole y diástole otros ritmos, también alegres, que terminen definitivamente por alejarnos de todas las formas del encierro. Y desde el arte escénico, en tanto, manifestación y expresión de lo humano, ayudarnos a alzar corazones y vuelos.

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