Rivera, viernes 19 de abril de 2024

Un sobreviviente de la Tragedia de los Andes disertó sobre su experiencia de vida

(Por Rosa Dutra) Han pasado cuarenta y dos años desde aquel 1972, cuando el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya en el que viajaba a Chile un grupo de rugbiers uruguayos se estrelló en un risco de la cordillera de los Andes en Mendoza (Argentina). Dieciséis pasajeros lograron salvarse (ninguno de los cinco tripulantes sobrevivió) y pudieron contar su dramática experiencia.
El pasado fin de semana, uno de ellos visitó la ciudad de Rivera para compartir su experiencia con jóvenes rotarios de Brasil, México y Uruguay que se reunieron en un encuentro en la frontera. Se trata de Javier Alfredo Methol Abal.
NORTE dialogó con Methol para que nos contara lo que sucedió aquel lejano viernes 13 de octubre de 1972 y la experiencia de supervivencia, hasta el 22 de diciembre, cuando sucedió el milagro del rescate después de permanecer 72 días perdidos entre la nieve y las montañas.
Nos dijo que en aquella época tenía 38 años, siendo el mayor del grupo y duplicando en edad a los menores. Aunque, en broma, nos contó que hoy parecen mayores que él. Desde esa fatídica fecha hasta el presente, lo que más emoción le causa es la vida; haberla vivido maravillosamente y lograr amigos y una familia, que es el regalo de Dios, dijo Methol.
Lo que aprendió en el tiempo que estuvo en las montañas es que se debe ver lo bueno que existe en las cosas malas y aferrarse a esas cosas buenas. Uno puede transformar lo malo en bueno, dijo. Manifestó que, a pesar de haberse salvado solamente dieciséis pasajeros, el resto consiguió la salvación y continúan viviendo en ellos.
En medio de la soledad y el silencio reinante en las alturas, todos sintieron que estaban más cerca de Dios, porque hablaron con él. No pensó en ningún momento que se iba a morir, sino que saldría de allí, aunque no sabía ni cuándo ni cómo; tenía una razón muy fuerte para continuar viviendo.
Recordó con emoción al líder que los mantuvo con esperanza, contagiándoles con su fe. Se refería al capitán del equipo de rugby, Marcelo Pérez del Castillo Ferreira, quien sobrevivió al accidente, pero falleció dos semanas después, luego de que un alud sepultara bajo la nieve los restos de la aeronave. Él fue quien les levantaba el ánimo en los momentos de desmoralización y terror. Lo hacía tan bien que, cuando ordenaba al grupo, los que no eran del equipo se dieron cuenta de sus condiciones de líder, justo lo que necesitaban para continuar sobreviviendo.
Para Javier Methol, los 72 días que estuvieron en la Cordillera transcurrieron con esperanza y amor, porque se luchó por todos. Nada fue individual, el espíritu de grupo prevalecía. Cuando iban a dormir, todos rezaban un Rosario. Él nunca logró terminar de hacerlo porque se dormía tranquilo, en paz.
El 9 de diciembre, tres de ellos (Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín) decidieron partir a buscar el camino de regreso a la civilización. Era el día del cumpleaños de Fernando. Dos días después, el día 11, fue cuando sintió que lograrían su objetivo ya que tenía confianza en Nando, Roberto y Tintín. Y así fue, luego de caminar por montañas y más montañas hasta encontrar los valles chilenos.
Consultado sobre qué diferencia notó entre los jóvenes de entonces y los de ahora, dijo que antes tenían un por qué de cumplir con las cosas por luchar por ellas y lograr sus metas; hoy la juventud se desanima y siente pocas ganas de luchar. Antes se luchaba por el equipo sin egoísmos.
Su mensaje ante el paso de esos 42 años es que “los imposibles son posibles, si uno desea que sea posible y lucha para lograrlos. Hoy muchos no lo hacen por comodidad, porque están bien, pero si se empeñan y piensan que con la lucha se puede alcanzar metas, lograrían muchas cosas”.
Javier Methol es rotario desde 1978, y ama el rotarismo, donde hizo muchos amigos. Se siente feliz y más joven que antes, aunque cuenta con más de 70 años, y cree que a través del servicio del club puede ayudar a la comunidad.

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