El fútbol de Rivera pierde a uno de sus referentes; se nos fue Kelby Oroná

Hasta nos parece mentira. Un hombre íntegro, un deportista nato, una persona intachable, un capitán de lujo de sus equipos y de nuestra selección, el que supo llevar con orgullo el mote de Cacique.
Una historia de vida que debería ser imitada por los jóvenes que hoy se inician en el mundo del fútbol.
Un Maestro que llegó a ser considerado el mejor jugador del interior del país en un año que la celeste no tenía su mejor integración y lejos estuvimos de la obtención del título.
Antes ya había sido campeón del interior con la celeste y campeón con cada una de las camisetas que vistió con orgullo, desde su querido Progreso hasta el inolvidable equipo del tricolor del Pueblo Nuevo.
Pero también anduvo por Oriental, Lavalleja y Frontera habiendo levantado trofeos con cada uno de ellos, incluso fuera de nuestro departamento cuando se fue al Estudiantes de Tacuarembó y ya en el final de su actividad dentro de la cancha, con sus amigos, los Abimorad, en Nacional y devolviendo al tricolor a Primera División.
Ese Maestro que en la Villa del Cerro reunía a los gurises del barrio en uno de los vestuarios del Tróccoli para ofrecerles gratuitamente clases particulares, el mismo Maestro que un día resolvió venirse de la capital, dejar las luces de la gloria para dedicarse de lleno a su actividad pública en el Banco de Previsión Social.
Fueron cuarenta años de actividad y hace pocos meses se había jubilado, comenzaba a disfrutar de su propia vida, había aceptado la tarea dirigencial con este nuevo tiempo que se advierte en el fútbol local y ya trabajaba intensamente con su Consejo de Primera División.
Su fallecimiento deja un hueco muy grande en nuestro fútbol que seguramente no se llenará nunca más pero sus recuerdos quedarán en cada uno de nosotros, los que tuvimos la felicidad de conocerlo y aquellos que no lo hicieron, seguramente tendrán siempre referencias de sus actitudes de gran deportista.